lunes, 20 de febrero de 2012

LA MUERTE DE LUPE VELEZ






María Guadalupe Villalobos Vélez, mas conocida como Lupe Vélez, nació en México mas o menos en 1908. Hija de una prostituta de alto standing, de su padre nada se sabe. En 1921 su madre la envió a estudiar en un colegio de monjas estadounidense en San Antonio, Texas, pero tuvo que abandonarlo muy pronto para ayudarla económicamente. Trabajó como dependienta en una tienda, comenzó a tomar lecciones de baile y en 1924 encontró trabajo como bailarina en el Teatro Principal de Mexico DF.

Allí la descubrió Hal Roach, el gran mentor de Stan Laurel y Oliver Hardy (El Gordo y El Flaco), que se la llevó a Hollywood para que interviniese en las comedias de la popular pareja cómica. Después de filmar algunos cortos consiguió un buen papel en la película "El gaucho" (1927) junto al popular Douglas Fairbanks y a partir de ahí comenzó su período más importante como actriz.

Su belleza y gran personalidad la convirtieron muy pronto en una estrella. En 1928 fue elegida como una de las WAMPAS Baby Stars, lo que hoy sería el ranking de las diez mujeres mas deseadas del mundo, y ya no paró de trabajar, sobre todo tras la aparición del cine sonoro. También tocó el teatro y los musicales de Broadway, donde llegó a compartir cartel y estrellato con Cole Porter, y la radio, donde llegó a ser una diva nacional en México.

Como todo tiene un pero, la parte mala de nuestra amiga era precisamente ese carácter que la hacía irresistible para las masas. Conocida como "la mexicana explosiva", su vida sentimental era tormentosa y pasto de la prensa rosa de la época, sobre todo tras sus romances con Gary Cooper y Charles Chaplin. En 1933 contrajo matrimonio con Johnny Weissmüller, el primer Tarzan.

La relación fue apasionada, violenta y excesiva. Montaban escándalos continuamente sin importar donde estuvieran, como un día que a Johnny se le fue la cabeza en un restaurante y volcó una mesa llena de comida encima de su mujer. Su amor-odio llegó al extremo de que en una ocasión, durante el rodaje de una de las películas de Tarzán, a Weissmuller no le hizo falta maquillaje alguno para unas heridas. Ya se había encargado Lupe de clavarle bien las uñas en uno de los arrebatos de pasión que tan bien se le daban. El matrimonio duró cinco años. Después se separaron dejando un reguero interminable de trifulcas públicas y Lupe continuó con su retahila de amantes.

Poco a poco fue cediendo protagonismo a las nuevas estrellas. La avidez de caras nuevas y su evidente falta de talento propiciaron que Hollywood la fuese relegando al olvido. Sus gastos superaban con mucho sus ingresos, pero era incapaz de dejarse de caprichos extravagantes como bañarse en champagne, y entró en un estado de depresión que la condujo al alcohol y las drogas.

En 1944 se quedó embarazada de su último amante, el actor austriaco Harald Ramond. Ante la negativa de Ramond a casarse con ella, Lupe Vélez decidió que su vida no tenía sentido y tomó la decisión de suicidarse. Tenía 36 años. Pero ella era una estrella, una diva, y no iba a hacerlo de cualquier manera. Lo haría de forma que su recuerdo permaneciese en la retina del mundo para siempre.

La última noche de su vida quedó para cenar con sus dos mejores amigas, Estelle Taylor y Benita Oakie. Cenaron comida mexicana en cantidades abundantes, bebieron brandy, fumaron y pasaron una buena velada. Al acabar la cena, Lupe se dirigió a su casa de North Rodeo Drive. Había decorado su dormitorio con cientos de ramos de flores y velas encendidas. Se peinó, se maquilló y se depiló cuidadosamente el pubis, de manera que el vello tenía la forma de un corazón.

Escribió una nota de despedida y la dejó en su mesilla de noche. Luego abrió un frasco de tranquilizantes, se tomó setenta y cinco pastillas, se tumbó en la cama completamente desnuda y esperó a que las píldoras hicieran efecto. La disposición de su cadáver, cuidadosamente preparado por ella misma, sería como una huella indeleble para el mundo formando una imagen hermosa y extraordinaria al ser encontrado.

Pero las cosas no salieron como esperaba. Cuando su asistenta abrió la puerta del dormitorio las velas ya estaban apagadas y las flores seguían allí, pero Lupe no estaba en la cama. La criada vio un rastro de vómito que llegaba hasta el cuarto de baño, abrió la puerta y la encontró con la cabeza dentro de la taza, muerta.



El exceso de comida y bebida ingerida durante la cena hizo reacción con los tranquilizantes. Hacia medianoche vomitó en la cama y medio atontada por las pastillas se dirigió al baño entre arcadas. Tras la última pisó su propio vómito y resbaló, dándose en la cabeza con el lavabo y cayendo inconsciente en la taza. Allí murió ahogada. Cuando la sacaron, su cara tenía un aspecto dantesco, debido al golpe y al maquillaje desfigurado por el agua.

Irónicamente, consiguió parte de su propósito. Las circunstancias en que fue hallado su cadáver provocaron una catarata de portadas en la prensa y los comentarios acerca de su muerte estuvieron en boca de Estados Unidos y México durante muchísimo tiempo.

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